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La Navidad en Ávila

La Navidad en Ávila es uno de esos momentos cumbre en el calendario local.  Las murallas, el frío, el calor de las chimeneas y el frío polar hacen de esta una época muy nuestra.  Pero claro, nuestras costumbres no son comparables a las de ningún otro lugar del planeta.

Por ejemplo, todo buen abulense tiene que ir al menos una vez en la vida a Madrid en Navidad.  Si no lo ha hecho, hablaremos de un segoviano o un vallisoletano, pero jamás de un abulense.  Existe una tradición ancestral que nos obliga a peregrinar a la capital de España para completar el siguiente checklist:

  • Ir al Corte Inglés (Ahora al Primark)
  • Ir a la Plaza Mayor a por alguna figura de belén y volver sin nada.
  • Hacer rafting por la calle Preciados.
  • Ver Cortilandia.
  • Ver las luces.
  • Hacerse una foto con el árbol de Navidad de Sol.
  • Repetir sin cesar la canción de Cortilandia.
  • Comer en el McDonadls de Gran Vía.
  • Y por supuesto pronunciar “Madre mía que agobio, el próximo año no volvemos” y volver 365 días después.

Visitar belenes

Otra de las grandes costumbres abulenses es la de visitar belenes ¡Qué cosa más entrañable! De entre todas estas representaciones, sin duda la del Ayuntamiento es la más inquietante. Vamos a ver ¿Qué narices pasa en ese belén? Porque muy normal no es.  Su carencia de realismo es alarmante ¡¡Llevamos años sin hacer nada al respecto!! Pase que el río sea más parecido al canal de Castilla que a un río natural, pero lo de la proporción de las figuras no tiene nombre. En el de Ávila las figuras llevan sin casar décadas…pasa lo mismo que cuando de pequeño trataba de incluir a los Action Man en el mundo de los Playmobil. Si el buey del belén del ayuntamiento se levantase, podría aplastar a todos los aldeanos en una rabieta.

En una hipotética vida real de ese belén, veríamos conversaciones así:

Judith: ¡Josue, Josue! ¡Acaba de pasar delante de casa un camello de cinco metros!

Josue: Claro que sí cariño, todo es lo que tú quieras.

Judith: ¡Josue! ¡Que encima de él iba un negro de otros tres metros!

Josue: Ya…y ¿Dónde dices que iban?

Judith: Pues creo que a ese portal de treinta hectáreas que se ha levantado en las afueras.

Las sidras y Nochevieja

También está el tema de las sidras.  Que a la misa del gallo no se irá, pero hay cosas que son de obligatorio cumplimiento en Ávila y esta es una de las más importantes.  Los bares más olvidados durante todo el año, hacen su agosto en Nochebuena y Nochevieja. Básicamente porque son los únicos que están abiertos y son capaces de acoger a las hordas desesperadas de millenials que en lugar de estar en su casa ayudando, se largan a beber con la excusa de que “las sidras no emborrachan”.  Al final, como todos los años, vuelven borrachos y alegres para hacer las delicias de sus familiares.

Y ya que hablamos de millenials, tal vez el hito más importante para los jóvenes de esta nuestra querida ciudad, es precisamente Nochevieja.  Se trata del único momento del año garantizado para amortizar el traje o ese vestido tan caro que se compraron ¡Y no importa que sea de verano y tengamos diez grados bajo cero! ¡Se ponen y punto! ¡Y no importa pagar el triple por las consumiciones! ¡Ni estar hacinados en los locales semivacíos de cada fin de semana! ¡Para lucir hay que sufrir! Y se sufre…Porque salir esa noche en Ávila tendría que poderse convalidar como un cursillo de supervivencia.

Podemos ser el único lugar del mundo donde la noche se acaba al día siguiente… ¡Tomando pinchos! Que lo de los churros está muy visto y había que darle una vuelta al tema. No eres un millenial abulense si no has acabado un 1 de enero en el Mesón de Ávila tomando el aperitivo.

Pero ya no es como antes, ahora la noche abulense ha consumido también ese día.  En tiempos pretéritos, había que hacer un verdadero ejercicio de reflexión para elegir el lugar para ir de fiesta.  En el momento cumbre de las últimas décadas coincidieron fiestas en el Copa, Casino, Aixa Galiana, Lienzo Norte, Dolce Vita y Los Velada, además del clásico “ir de bares”.  Ahora el problema es otro…

También hay que señalar que por estas fechas, el ejército de astillas (Aspirantes a policía) desaparecen del mapa ¡Pero ojo! Son sustituidos por otros personajes no menos importantes “los emigrados”.

Emigrados: Del latín, abulensis emigratis.  Dícese de aquellos jóvenes y no tan jóvenes que por motivos laborales o de hastío viven fuera de la ciudad. Se caracterizan por odiar y echar de menos a la ciudad en el mismo porcentaje.  No pueden vivir en Ávila más de dos semanas seguidas.

Estos seres pululan por la ciudad y su sonrisa es inversamente proporcional a su tiempo de estancia.  Llegan felices y enérgicos, pero entre familia, amigos y ciudad, acaban por huir de nuevo.  Cuanto pasan tiempo fuera su pila de morriña se recarga y vuelve con las mismas esperanzas en los meses estivales.

Fin de fiesta: Los Reyes Magos

Y luego vienen los Reyes ¡Ay los Reyes! Ahí me sale alguna preguntilla que otra…¿Qué pasa con Baltasar? Porque hasta hace bien poco, el Baltasar que salía en la cabalgata, no era el señor con nariz grande que luego daba un discurso en el Chico ¿O solo me daba cuenta yo?  ¿Qué pasaba con el otro?  ¿Qué hacían con él? ¿Lo guardaban con el Murallito?

Esa cabalgata es espectacular. Caramelos, lo que se dice caramelos hay pocos y además hay que tener en cuenta a esas señoras sin nietos que se enzarzan en una guerra imposible por conseguir un buen botín.  Los niños miran con expectativas a la siguiente carroza para ver si les dan algo…pero al final solo obtienen confeti y esa mirada aviesa del niño gordo que va en el camión comiéndose los caramelos que no tira.

Es la Navidad en Ávila, pero oye, es la nuestra. Si no te gusta, siempre puedes irte a Madrid y cumplir la tradición ¡El próximo año no venimos!

¡No te marches sin contestar! ¿Qué es para ti lo mejor de la Navidad en Ávila?

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Escrito por César Díez Serrano

1.m. Mamífero, ser animado racional que ha llegado a la edad adulta, con doble nacionalidad abulensevalenciana que dedica su tiempo libre a escribir tonterías. Nieto de Teodorillo el de Vallespín y la señora Tere, que hacían los mejores callos del mundo.

2.m. Intento de escritor aficionado que ha publicado, contra todo pronóstico, cuatro libros: la triología La edad de Acuario y El sueño de Connor.

3.m. Fundador de asociaciones y empresas de dudoso éxito nacional e internacional.

4.m. Tipo de ensalada originaria de los Estados Unidos y título de emperadores romanos.

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