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Noticias sobre Ávila

Los orígenes abulenses de Donald Trump

Una vecina de Pradosegar asegura que el expresidente Donald Trump pasó parte de su infancia en la provincia de Ávila, donde ya mostraba tendencias arquitectónicas peligrosas, una querencia por los trajes caros y una manifiesta incapacidad para aprobar latín. El equipo del Gloucester Post ha podido entrevistar en exclusiva a Francisca Prieto, quien lo recuerda.
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Francisca muestra una fotografía del joven Donald Trump frente a su muro
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El equipo de investigación del Gloucester Post ha logrado una entrevista exclusiva con la señora Francisca Prieto, una mujer de Pradosegar que afirma tener pruebas de que el recién elegido Presidente de los Estados Unidos de América se crió en la provincia de Ávila y, más concretamente, en su pueblo. Francisca, de setenta y cinco años de edad, es una ama de casa que ha pasado toda su vida en esta pequeña localidad atendiendo a su esposo, Ramón, que no ha querido participar en esta conversación, alegando que «tenía partida de pocha». Nos recibió en su humilde vivienda, con una templada sonrisa y acompañada de unos torreznos con su correspondiente botellín que había preparado para la ocasión.

Pregunta: ¿Cómo llegó a la conclusión de que Donald Trump tenía una relación con Pradosegar?

Respuesta: Coincide un día que estaba yo mirando el parte con mi marido y qué sorpresa la nuestra cuando reconocimos a aquel chiquillo que hace sesenta años apedreaba perros en los corrales del pueblo, cuando veraneaba con su familia por aquí. No tuvimos mucho problema en reconocerlo porque seguía igual que entonces, su pelazo rubio moviéndose al viento, sus mofletes colorados y, sobre todo, su traje. Era el único de su panda que siempre iba con chaqueta y corbata, incluso con nueve años. Su madre le gritaba: «Donald, no te metas ande los gorrinos que te vas a poner el Armani lleno de guarrería», pero a él le daba igual, apuntaba ya maneras de líder.

P: Entonces Donald mostraba ya indicios de la persona en la que se convertiría, ¿verdad?

R: En el pueblo ya sabíamos que algún día llegaría a ser algo importante, ordenanza de algún ministerio o incluso más. A primera vista podría parecer un poco falto porque a veces se quedaba alelado observando el infinito. Pero tenía algunas capacidades que verdaderamente impresionaban a todos los que le veían. Una de las cosas que nos dejaba como gatos de escayola era cuando se liaba a recoger cantos.

Guardaba todos los que encontraba y, al principio, nadie sabía para qué. La gente se sorprendía cuando le veía arrastrar esos sacos como si fuera un tractor. Se podría tirar semanas con las dichosas bolsas de un lado para otro y no atendía a razones. Calle para arriba y calle para abajo, terco como una mula. Él solo nos decía que iba a construir algo maravilloso y seguía erre que erre con los dichosos sacos. Hasta que una mañana nos tocó llamar a la Guardia Civil porque había rodeado Pradosegar entero con las piedras y no podíamos salir. Cosas de chiquillos…

P: Suponemos que la idea de construir un muro en la frontera de Estados Unidos con México nació en nuestra provincia…

R: No podía ser de otra manera. El problema es que la cosa fue cada día a peor y, como sus familiares no le supieron dar una colleja a tiempo, al final la cosa se desmadró. La culpa de todo la tuvo su padre que, después del incidente en el pueblo, le dio el capricho al niño de llevarle todas las tardes a los Cuatro Postes. Se pasaba horas y horas como abobado mirando la muralla desde allí, tomando notas y sabe Dios qué más. A los otros críos les regalaban pelotas de fútbol o disfraces de toreros, pero a Donald le regalaron una hormigonera por su décimo cumpleaños. Háganse una idea de la tontuna que guardaba dentro y lo que supondría esto en su vida.

P: ¿Y de dónde viene su odio racial a todo lo latino?

R: Pues viene precisamente de eso, de que era un muchacho totalmente falto que no se enteraba de la misa a la media. Iba los martes y jueves a clase de latín en Audiomeca porque se le atrancaba cada curso en su escuela. Donald era muy duro de mollera y no le entraban las declinaciones de ninguna de las maneras. ¡Y mira que lo intentaron! Al final acabó tan harto de esa asignatura que se le cruzó totalmente. Pero claro, como era muy tonto, cuando en su país comenzaron a llegar inmigrantes de Sudamérica, relacionó conceptos y terminó por no poderles ni ver.

P: Francisca, usted afirma que el mismo Trump estuvo detrás del polémico rodaje de Orgullo y pasión en Ávila. Cuéntenos qué hubo detrás de todo aquello.

R: Sucedió justo el año siguiente, cuando ya estaba entrando en la adolescencia. Por aquel entonces encontró un trabajo de verano para sacarse unas perrillas como productor de Hollywood. Él dio la idea de llevar la grabación de la película a Ávila, cuando en un principio estaba previsto hacerlo en Massachusetts.

Pero el verdadero trasfondo de todo esto no era tirar la muralla para poder hacer una escena, todo lo contrario. Donald, que era ya un auténtico descerebrado, convenció a Sofía Loren y compañía de que lo mejor era demolerla toda. ¡Pero para volver a construirla él después! ¡La película era la excusa! Puedo afirmar a este medio que en realidad estaba haciendo prácticas para construir su muro. Lo que pasa es que al final no lo hizo porque su madre, que era americana pero de costumbres españolas, le dijo que se volviera a casa que ya tenía la cena puesta.

P: ¿Y ahí cambió todo?

R: Desde ese momento no volvió a ser la misma persona. Sus amigos le iban a buscar, pero cuando le llamaban al telefonillo no contestaba y ya no le volvimos a ver por Pradosegar nunca más. Dejó todos los sacos de cantos tirados por el pueblo y, al cabo de unos meses, se los llevaron a un casino de Las Vegas que precisamente llevaba por nombre Pradosegar Palace. Por aquí recordamos aquella época con mucho cariño

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