1948 días sin ataques a la muralla · 25 pesetas · Edición Especial 

El carril bici de Ávila en plena hora punta
El carril bici de Ávila en plena hora punta
Ávila, tierra de campeones del pedal, ha levantado un carril bici que ni las bicicletas se atreven a pisar. Un misterio urbano que combina absurdismo arquitectónico, fenómenos paranormales y sospechas de origen extraterrestre.
En Ávila, las escaleras mecánicas son un monumento tan absurdo como emblemático. Colocadas en una calle impracticable, solo funcionan en un sentido y acumulan teorías que van desde el error urbanístico hasta el arte contemporáneo.
Cada septiembre, Ávila se sumerge en un experimento sociológico difícil de explicar sin haberlo vivido. La ciudad abandona sus rutinas, sus silencios y su compostura de piedra para entregarse a una celebración que mezcla historia y ciencia ficción, fervor local y resignación logística. El resultado es un carnaval sin normas, un caos amable, una feria espiritual donde se venden kebabs a precio de oro y se jura lealtad a la Corona de Castilla mientras se paga con bizum.
La llegada del AVE a Ávila continúa sin fecha definida más de dos décadas después de los primeros intentos institucionales. Documentos extraviados, cambios de criterio y una confusión con la migración de aves marcaron uno de los episodios más insólitos de la política local
Cada verano, miles de abulenses huyen de su ciudad rumbo a Gandía en un éxodo tan ancestral como inexplicable. Un repaso a las razones genéticas, sociológicas y profundamente absurdas que nos empujan a plantar sombrilla antes del amanecer y buscar camisetas del Coco Loco como si fueran reliquias.
En Ávila el verano no se disfruta, se sobrevive. Piscinas heladas, plazas vacías y adolescentes pegados por la humedad. Un calor seco, sin brisa ni mar, que convierte cada paseo en penitencia y cada siesta en un derecho constitucional.
Un estudio de la American Cheese University afirma que Ávila no existe. Su autor, Julius Church, asegura que es un holograma perfectamente programado donde nadie vive, las tiendas no quieren vender y las temperaturas impiden la vida. Todo indica que la ciudad es una ilusión con pinchos.
En 1999, Ávila vivía su apogeo juvenil con Vallespín convertida en una enorme sala de fiestas. Hasta que Miguel Ángel Rivas, harto del desenfreno, liberó una horda de zombis bielorrusos alimentados con yogures del Gimesan. En pocos meses, la calle quedó en silencio, los bares cerraron y solo quedó el recuerdo. Desde entonces, la ciudad nunca volvió a ser la misma… ni tan divertida.
Hace apenas unos años habría parecido una broma, pero este diciembre más del 10% de los abulenses se declara independentista. Reclaman un país propio, una república monárquica, y hasta salir en los telediarios por algo más que la nieve o el frío.
Todo empezó con una apuesta de Nochevieja y terminó con 2 esclavos, 250 cuñados y un campeón de Tetris construyendo la muralla de Ávila. Te contamos su historia real (basada en hechos dudosos) desde la Edad Media hasta que Florentino quiso comprarla.
Un estudio del Virus Liars Institute alerta sobre una epidemia que afecta al 63% de los abulenses: la Intermitentis indigentiam, una dolencia que impide usar intermitentes y entender rotondas. La comunidad científica (y la barra de el Mangas) ya investigan el caso.