1948 días sin ataques a la muralla · 25 pesetas · Edición Especial 

Noticias sobre Ávila

¿Cómo se saluda en Ávila?

¿Qué hay? En Ávila, esa pregunta no espera respuesta. Exploramos el saludo más desconcertante de nuestra tierra, con raíces más profundas que las murallas y protagonizado por señoras en vermut. Un homenaje al “quehaycismo” como seña de identidad.
Noticias sobre Ávila
Índice

Nuestra provincia siempre ha estado ligada al mundo del bar. De hecho, el primer documento gráfico en el que aparece explícitamente la mezcla entre cerveza y aperitivo data de más de 3.000 años y se encontró en nuestra ciudad. Hace pocas semanas, la investigadora del Mosen Rubí National Institute, Paquita Jiménez, reveló un hallazgo en una gruta junto al Puente Adaja. En ella se puede leer una inquietante frase: «Hola ¿Qué hay?».

El saludo más típico (y desconcertante) de Ávila

Se trata sin duda de una referencia al saludo más extraño de nuestra cultura local. Muchos siglos después, seguimos sin saber qué se responde a esa pregunta. Pero lo cierto es que cualquier abulense de pro, en algún momento de su vida, se ha topado con semejante expresión.

Paquita afirma que no existe una respuesta que te haga salir airoso del momento. «No hay nada que se pueda decir para mantener la dignidad. Lo mejor es poner una sonrisa tonta y pedir algo en la barra». Este saludo, que en numerosas ocasiones es pronunciado por mujeres de más de 65 años durante el vermut de los domingos, ha dejado en fuera de juego a miles de personas.

Una persona que adolece de “quehaycismo” suele actuar de la siguiente manera: Teresa se ha puesto sus mejores galas (joyas incluidas) y un buen vaso de perfume para irse a tomar algo después de misa. Lo hace junto a su marido y sus dos hijos. Cuando entra en el bar, al encontrarse con algún conocido, una fuerza innatural se hace dueña de su voluntad. La sonrisa se tensa al máximo, sus ojos brillan. Entonces se acerca al susodicho o susodicha y suelta:

—¡Hola! ¿Qué hay? ¡Cuánto tiempo!

En ese instante, la otra persona se queda paralizada. Si jamás lo ha escuchado, la ausencia de reacción es total… y en caso contrario también. Aprieta la mandíbula, traga saliva y finalmente dice algo que ya sabe de antemano que no tiene sentido.

—Bien, gracias.

Y tan solo después de pronunciar la última ese, se da cuenta de su error. Acaba de dar respuesta a algo que no se le ha preguntado.

¿Qué responder cuando te dicen “Hola, ¿qué hay?” en Ávila?

Pese a la opinión de la reputada Paquita Jiménez, la realidad es que hay personas que han logrado una fórmula para tratar con esta frase. «Se trata de fijar una estrategia y echarle imaginación. Si lo hacemos bien, podemos dejar a esa gente en fuera de juego», declaró para esta web Anabel Díaz, profesora de la Scotland Ávila House. Ella misma también afirma haber sido testigo de la explosión de varias de esas personas tras recibir una contestación coherente.

Algunas de las posibles respuestas al “Hola ¿Qué hay?” podrían ser «Mucha paz en mi interior», «Un gran problema en casa con mi pareja», «Un hambre terrible dentro de mí», «Pocas ganas de verte» o la clásica con efecto boomerang «No lo sé, pregúntaselo al camarero».

Sin embargo, un no poco numeroso grupo de personas plantea la defensa del “quehaycismo” como patrimonio cultural. El movimiento “Whathave” ya ha recogido más de trescientas mil firmas para que este saludo se pueda equiparar con las yemas, el chuletón o las murallas. De igual forma, tratan de convencer a la RAE para que se declare «Expresión Patrimonio de la Hispanidad».

En nuestras calles, cada vez son menos las personas que realizan esta ancestral práctica. Desde este libro queremos fomentar el uso del saludo autóctono abulense. Tú, lectora; tú, lector; tú, amigo al que le han regalado este ejemplara, ¿por qué no sales a la calle y empiezas a pronunciar algo tan nuestro? El mantenimiento de la abulensidad depende de nosotros. ¡Que no nos conviertan en madrileños! O lo que es peor… ¡Que no nos conviertan en segovianos! ¡No lo dejemos morir!

Otras noticias sobre Ávila

En Ávila, los pinchos no se piden, se asumen. Esta crónica repasa el trauma generacional de crecer atrapado en bares abulenses, entre croquetas gigantes, servilletas rebeldes y padres que decían “la última y nos vamos”. Un homenaje ácido a esa infancia marcada por gambas gabardina, platos imposibles y tardes eternas sin wifi.
Todo empezó con una apuesta de Nochevieja y terminó con 2 esclavos, 250 cuñados y un campeón de Tetris construyendo la muralla de Ávila. Te contamos su historia real (basada en hechos dudosos) desde la Edad Media hasta que Florentino quiso comprarla.
¿Qué hay? En Ávila, esa pregunta no espera respuesta. Exploramos el saludo más desconcertante de nuestra tierra, con raíces más profundas que las murallas y protagonizado por señoras en vermut. Un homenaje al “quehaycismo” como seña de identidad.