La historia del odio entre Ávila y Segovia es tan antigua como la propia humanidad. Se han encontrado documentos del siglo XIII donde los abulenses ya miraban con sospecha a los segovianos, y hay crónicas medievales que afirman que en tiempos de los Reyes Católicos, un grupo de segovianos intentó colarse en la feria de Ávila con un cochinillo debajo del brazo. Desde entonces, la guerra fría (nunca mejor dicho) ha sido constante.
Pero, ¿cuáles son los motivos que llevan a los abulenses a llevarse regulinchi con sus vecinos de Segovia? Aquí te dejamos algunas claves.
1. Porque se creen mejores
El segoviano medio nace con una seguridad en sí mismo que raya lo patológico. No importa en qué ámbito se compare con un abulense, él siempre creerá que su ciudad es mejor.
—Es que nosotros tenemos un acueducto romano.
—Pues nosotros tenemos una muralla medieval, ¿qué pasa?
—Pero el nuestro es romano.
—Ya, pero la nuestra está entera.
—Sí, pero el acueducto tiene más de 2.000 años.
—Sí, pero nuestra ciudad es Patrimonio de la Humanidad.
—Bueno, y la nuestra tiene Patrimonio del Sentimiento.
—Eso no existe.
—¡Pues ya debería existir!
Y así, hasta el infinito.
2. Porque lo tienen todo
En Ávila no hay nada. En Segovia, en cambio, lo tienen todo. Tienen turismo, tienen tren de alta velocidad, tienen gastronomía reconocida mundialmente y tienen una estación de esquí. Pero, por encima de todo, tienen cochinillo.
El cochinillo es el mayor símbolo de la supremacía segoviana. A donde van, lo usan como argumento definitivo.
—En Segovia el cochinillo es un manjar.
—Pues en Ávila tenemos chuletón.
—Sí, pero el cochinillo es más famoso.
—Bueno, pero el chuletón es mejor.
—Pero el cochinillo se corta con un plato.
—¡Pues a mi abuelo le cortaron un chuletón con una navaja de Albacete y no presumimos tanto!
Da igual lo que intentes argumentar. Un segoviano siempre terminará con la carta del cochinillo sobre la mesa.
3. Porque nos quitan las cosas
Cada vez que Ávila ha querido algo, Segovia ha llegado antes y se lo ha llevado. ¿Un tren rápido? Segovia lo tiene. ¿Una universidad con cara y ojos? Segovia lo tiene. ¿Una industria que no se base en bares y tiendas de recuerdos? Segovia lo tiene.
Ávila lleva toda la vida mirando con envidia cómo Segovia avanza y prospera mientras aquí seguimos esperando que el Zara aterrice. Hay abulenses que todavía creen en la profecía de que, cuando llegue un Zara a la ciudad, la economía florecerá y el AVE aparecerá por arte de magia. Mientras tanto, Segovia mira por encima del hombro y dice: “Bueno, podéis venir a comprar aquí”.