Ávila es una tierra llena de leyendas e historias sin resolver. Sin embargo, por encima de todas ellas se encuentra la de la llegada de la alta velocidad ferroviaria. Todo un misterio que ha desatado multitud de teorías sin que ninguna de ellas se haya logrado demostrar.
Uno de los grandes expertos en la materia, el doctor F.Tovar de la Abulensis London University de Londres, afirma que en realidad «todo ha sido una sucesión de malas interpretaciones». El investigador, que lleva más de veinte años trabajando en el tema, nos emplaza finales de los noventa del siglo pasado cuando «se produjo una reunión secreta en el Gredos donde estuvieron presentes miembros del Ayuntamiento y de la Diputación».
El plan secreto del bar Gredos
Dicho encuentro, que no trascendió hasta mucho tiempo después, tenía la premisa de tratar de que el AVE llegara a la provincia, o al menos a la capital. «Trazaron las líneas de un plan secreto, una estrategia digna de mentes privilegiadas que dejaría poco espacio al fracaso. Quienes pudieron llegar a verlo, llegaron incluso a llorar. Era perfecto, nadie podría rechazar algo así»
Sin embargo, esa acción nunca se llegó a poner en marcha, ya que al parecer «el vino del bar empezó a hacer efecto. Allí todo el mundo dijo que controlaba, pero lo cierto es que los papeles originales se perdieron, y lo que se encontraron al día siguiente cambiaría el curso de la historia»
Cuando al día siguiente el personal público recibió la documentación, se pusieron en marcha y muy pronto todo parecía listo para poder comenzar. El tren de alta velocidad estaba cerca. O quizá no.
Jose Luis Marcial, se presentó en el Mercado Chico a las nueve de la mañana de un martes de enero. «Hay testigos del momento. Ese señor se llevó detrás a concejales, secretarios, dos jubilados que estaban por allí y una señora que venía de comprar en La Blanquita. El destino fue el paseo del Rastro, donde se sentó durante varias horas con la mirada fija en el horizonte.»
—¿Cuándo calcula usted que llegará el AVE a Ávila? —preguntó con curiosidad uno de los miembros del séquito.
El tal Marcial, ornitólogo de profesión, se chupó un dedo, lo expuso al aire y después de pensar unos instantes contestó.
—Pues yo te diría que, de aquí a un mes, por San Blas, más o menos.
Excusas y soluciones a la falta de alta velocidad en Ávila
El drama estaba servido y como dice el doctor Tovar: «aunque lo nieguen, el tres de febrero tenían todo preparado para la llegada del AVE y lo que se encontraron fue con la migración de cigüeñas blancas que lo dejaron todo hecho un asco»
A partir de ahí llegaron las excusas. Que Ávila no necesita AVE. Que los dos días y medio que se tarda en llegar a Madrid en burro no están tan mal. Que si se está perdiendo el disfrute de la lentitud. Y así, capa tras capa, uno de los grandes anhelos abulenses se fue enterrando poco a poco.
Se llegó tarde a la carrera por la alta velocidad, y se intentó buscar una solución que tranquilizara a la población y se pusieron en marcha los trenes Media Distancia. Un avance, que, según Amparo Villaescusa, de la AAT (Asociación de Atrapados en el Tren) desafía las leyes de la física.
«Es uno de los medios de transporte más revolucionarios porque desafía el espacio-tiempo. Es capaz de ir más lento y ser más caro cada año que pasa. Es una oportunidad única de poder hacer vida en el vagón. Antes apenas te daba para ver una serie o leer un par de capítulos de un libro y ayer mismo, puse dos lavadoras, me saqué un curso del ECyL y me vi la primera temporada de Falcon Crest». A pesar de esto, aún queda esperanza. Cada año, el ornitólogo Jose Luis Marcial sigue diciendo que las aves llegarán a Ávila de forma puntual como cada febrero. Mientras tanto, seguiremos expectantes, soñando con ese día glorioso en el que un abulense llegue antes a Madrid a pie que en tren.