1948 días sin ataques a la muralla · 25 pesetas · Edición Especial 

Costumbres de Ávila

Las costumbres de Ávila no se explican, se viven. O se sufren. En esta sección recogemos hábitos, tradiciones y rarezas de la vida abulense, desde el paseo de las doce hasta los saludos que duran más que una misa. Aquí analizamos con humor cómo es la vida cotidiana en Ávila: por qué la gente se abrigaba en agosto antes de que existiera el cambio climático, qué se considera una buen pincho, o por qué ir al bar no es ocio, sino rutina sagrada.

Descubre expresiones locales, costumbres curiosas y comportamientos que hacen de Ávila un lugar único, gente que madruga para pasear por el Rastro, que critica pero ayuda, y que defiende su banco de la plaza como si fuera herencia familiar. Si te interesa la cultura popular de Ávila contada desde dentro —con mala leche y cariño—, esta sección es tu entrada al costumbrismo abulense más puro.

Cada septiembre, Ávila se sumerge en un experimento sociológico difícil de explicar sin haberlo vivido. La ciudad abandona sus rutinas, sus silencios y su compostura de piedra para entregarse a una celebración que mezcla historia y ciencia ficción, fervor local y resignación logística. El resultado es un carnaval sin normas, un caos amable, una feria espiritual donde se venden kebabs a precio de oro y se jura lealtad a la Corona de Castilla mientras se paga con bizum.
Cada verano, miles de abulenses huyen de su ciudad rumbo a Gandía en un éxodo tan ancestral como inexplicable. Un repaso a las razones genéticas, sociológicas y profundamente absurdas que nos empujan a plantar sombrilla antes del amanecer y buscar camisetas del Coco Loco como si fueran reliquias.
Un estudio del Virus Liars Institute alerta sobre una epidemia que afecta al 63% de los abulenses: la Intermitentis indigentiam, una dolencia que impide usar intermitentes y entender rotondas. La comunidad científica (y la barra de el Mangas) ya investigan el caso.
Hay heridas que no cierran: la llegada del AVE, el peaje a Madrid… y, sobre todo, la ausencia de un Zara. El rumor de su inminente apertura ha sido el opio del abulense medio durante décadas. Cada local en obras es, en potencia, la sede del sueño textil que nunca llega.
En Ávila nieva todos los años, pero para que un abulense de pura cepa sienta que ha sido una nevada como Dios manda, tienen que cumplirse ciertas condiciones: no poder mover el coche, salir en la tele y hundirse hasta el tobillo como mínimo. Y si además puedes practicar descenso en bolsa o patinaje artístico urbano, mejor. Aunque, eso sí, siempre habrá un jubilado diciendo que antes nevaba más… y con mamuts.
En Ávila, los pinchos no se piden, se asumen. Esta crónica repasa el trauma generacional de crecer atrapado en bares abulenses, entre croquetas gigantes, servilletas rebeldes y padres que decían “la última y nos vamos”. Un homenaje ácido a esa infancia marcada por gambas gabardina, platos imposibles y tardes eternas sin wifi.
En Ávila, la feria no es solo una fiesta: es un fenómeno sociológico, una batalla de luces, olores y casetas donde confluyen tíos, sobrinos, empresarios y salsas de dudosa procedencia. Un homenaje al caos ordenado de nuestras fiestas patronales, a los coches de choque como rito de paso y a las bolsas pegajosas que jamás debieron pisar el suelo.
¿Qué hay? En Ávila, esa pregunta no espera respuesta. Exploramos el saludo más desconcertante de nuestra tierra, con raíces más profundas que las murallas y protagonizado por señoras en vermut. Un homenaje al “quehaycismo” como seña de identidad.