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Noticias sobre Ávila

El carril bici fantasma

Ávila, tierra de campeones del pedal, ha levantado un carril bici que ni las bicicletas se atreven a pisar. Un misterio urbano que combina absurdismo arquitectónico, fenómenos paranormales y sospechas de origen extraterrestre.
El carril bici de Ávila en plena hora punta
El carril bici de Ávila en plena hora punta
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En Ávila, el ciclismo es parte de nuestra historia. Julio Jiménez, el Chava o Carlos Sastre son algunos de nuestros campeones más célebres. Del mismo modo, cada fin de semana son miles los paisanos que sacan sus bicicletas de los trasteros y se disponen a dar pedaladas con sus amistades para tomarse un botellín con torreznillos en algún pueblo lejano y poder decir que hacen deporte.

Pero en Ávila existe una excepción. Todo un misterio que ha roto la relación del abulense medio con el mundo del ciclismo: el carril bici fantasma. Científicos de máximo prestigio han acudido a la capital a estudiar a conciencia esta inquietante edificación que, por alguna fuerza inexplicable, impide que cualquier bicicleta pueda circular a través de su recorrido.

El misterio del carril bici fantasma

El abulensiólogo de la Universidad de Kent, el doctor Jaime López, habla sobre este tema en su libro «En Ávila ponen pincho, ¿tú qué haces con tu vida?» y nos regala una serie de cuestiones que están sobre la mesa de los expertos:
«Se habla de que este lugar, como las Pirámides de Egipto, Göbekli Tepe o el hummus de Hacendado, tiene origen extraterrestre. No es que tenga un mal diseño, es que su trazado es paralelo a la órbita que dibuja Omicrón Persei y cuyo campo magnético genera una bañera cuántica que evita que nadie acceda».

Sin embargo, hay teorías más mundanas que lo atribuyen directamente a una mala interpretación por parte de los propios ciudadanos, tal y como afirma el célebre catedrático F. Tovar:
«El carril bici de Ávila pertenece a la corriente artística del absurdismo, junto a otros emplazamientos de la ciudad como las escaleras mecánicas o la estación de autobuses que no estaba preparada para la altura de los autobuses».

Y lo cierto es que motivos no faltan para dar por válida esta teoría, ya que cumple con todas las premisas del absurdismo:

  • Es innecesario: nadie lo había reclamado y prácticamente nadie se desplaza en bicicleta en una ciudad en la que, vayas donde vayas, hay una cuesta pronunciada.
  • Está mal emplazado: el carril bici de Ávila se ha instalado en las pocas calles amplias que existen y por las que ya de por sí se puede ir en bicicleta sin problema.
  • Está mal ejecutado: obliga a los conductores de coches a ir constantemente por el carril izquierdo y limita algunas de las salidas habituales de los vecinos de la zona.
  • No resuelve nada: no conecta puntos de interés, no es útil para turistas, ni para trabajadores, ni para ciclistas, ya que prefieren irse fuera de la ciudad a hacer rutas.

Entre el absurdismo y lo paranormal

También existe la teoría de que el proyecto está inconcluso y que el Ayuntamiento tiene previsto invertir las siguientes partidas presupuestarias para comprar ciclistas que recorran el carril bici y doten a Ávila de la imagen de sostenibilidad que tanto se persigue.

Lo que sí es cierto es que está atrayendo la mirada de expertos en actividad paranormal de medio mundo, que ven en este lugar un caso único. «Dicen que si caminas por el carril bici de Ávila en noches de luna llena, se te aparece un seguidor de la Vuelta a España que te grita “¡Vamos, vamos, dale, dale, que ya no queda nada!” mientras da golpes al vallado publicitario de Caja de Ávila». Afirma el célebre investigador J. Jiménez, que también quiso dejar patente que en un tramo del carril bici ocurre otro fenómeno sin explicación:
«De repente se empieza a escuchar música de Camela y las pocas bicicletas que pasan por allí salen sin ruedas, sin pedales y, en algunos casos, incluso sin ciclistas. Y como decían en Parque Jurásico, aún estás vivo cuando empiezan a comerte».

No se sabe qué pasará con el carril bici de Ávila en el futuro. ¿Pasarán bicicletas alguna vez? ¿Lo acabarán usando las señoras que salen a pasear a la fresca? ¿Se usará para aparcar furgonetas y Mercedes? A día de hoy no tenemos respuesta a estas cuestiones, y solo el tiempo y los fondos europeos nos la darán.

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