Hoy iniciamos una sección que ya lanzamos en anteriores blogs: Remembering the 90’s . En ella vamos a tratar de dar explicación a la situación actual de los nacidos entre 1980 y 1990, a través de los programas de televisión que consumíamos. En el Gloucester Post creemos que tantas horas frente a la caja tonta, no pueden haber pasado en balde.
En primer lugar, vamos a desgranar una de las series animadas que más se repitieron en nuestras tardes de Nocilla: Chicho Terremoto.
Chicho Terremoto: El argumento
Cuenta la historia de un niño japonés llamado Chicho López que juega en un equipo de baloncesto con gente que le dobla la edad. Además, está enamorado de Rosita, una atractiva joven igualmente mayor que él y por cuyo amor competirá con la mascota de esta, su perro Bobby. Como dato importante, cabe señalar la indescifrable obsesión del protagonista por levantar las faldas de las mujeres para verlas la ropa interior.
La cabecera
Chicho es un canijo,
un canijo pequeñito,
que llega muy alto
para hacer un buen tapón.
Chicho, chicho es un terremoto
que destroza todo
su famoso tiro del gato
es de lo mejor.
Eres grande en una pista
tienes grande el corazón.
Las miradas de esa chica
se roban como un balón.
Chicho es un canijo,
un canijo pequeñito,
que llega muy alto
para hacer un buen tapón.
Chicho es un canijo,
un canijo pequeñito,
es bajito, un comino
es un campeón.
Chicho terremoto,
terremoto, terremoto
eres grande en una pista
tienes grande el corazón.
El análisis
Si eres de las personas que piensan que la generación de los 80 no lleva a nadie al volante, documentos como este pueden darte una explicación. El planteamiento de un niño que mide poco más de un metro como estrella del Baloncesto en una especie de NBA japonesa, nos avanza un poco el estado mental de sus guionistas. Debieron correr ríos de hierba al escribir el guion.
Pero este tal vez sea el detalle de menor importancia. Si hoy se emitiera esta serie, las Pussy Riot empalarían a sus creadores. En sus capítulos vemos una obsesión innata del tal Chicho por ver las bragas de todo quisqui e incluso robarlas para ponérselas en la cabeza o usarlas en los partidos para obtener mejores resultados (Una especie de espinacas para Popeye)
A todo esto, nos encontramos con un perro que quiere casarse con su ama y que compite con el chiquillo como si no hubiera mañana. Se genera una atmósfera bizarra y extraña que quema neuronas por minuto.
Luego tenemos a la susodicha, la tal Rosita que parece que no se entera de nada y se deja querer. El perro y el chiquillo se pueden medir de tú a tú con hombres hechos y derechos en la conquista de su corazón. Si hacemos un esfuerzo, podemos interpretarlo con una especie de mensaje de que “la belleza está en el interior”. Pero justo en ese momento de reflexión, el protagonista saca a pasear su risa de loco y todo se nos cae de nuevo.
Chicho Terremoto pertenece a ese grupo de personajes japoneses dementes como Shin Chan que son los Andrés Pajares y Esteso de la animación asiática. De hecho, como vemos en el siguiente video, en la primera escena de la serie podemos ver al protagonista espiando en el vestuario de las chicas con cara de obseso sexual.
Pero ojo al dato, esta serie logró emitir más de cincuenta capítulos repletos de situaciones absurdas que fueron vistos por centenares de miles de jóvenes españoles. Por eso, si hoy en día os encontráis con algún chico o chica de esta generación, por favor sed pacientes con nosotros.
Valoración final
Sin duda nos encontramos ante una de las obras clave de la generación. Una perfecta y equilibrada unión de locura, mal gusto y sin sentido que provocaba a la par risas y estupefacción. Solo apta para paladares sumamente abiertos.
Nivel de absurdez (9/10)
Nombres de los personajes (8/10)
Cabecera (7/10)
Base argumental (3/10)
Ofensividad (9/10)